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El diálogo entre el sistema espacial y el sistema material en la arquitectura

  • lorenaruiz46
  • Oct 19
  • 2 min read
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El sistema espacial y el sistema material son dos componentes fundamentales que trabajan juntos para dar forma, sentido y experiencia a la arquitectura. Uno organiza el espacio, estructura la relación entre los volúmenes y define cómo nos movemos dentro del edificio, mientras que el otro otorga cuerpo, textura y carácter a esa estructura. No existe espacio arquitectónico sin material, ni material que cobre sentido sin espacio. Ambos sistemas se entrelazan de forma inseparable: el material construye el espacio, y el espacio da propósito al material.


El sistema espacial se refiere a cómo se organizan las formas, los vacíos y las conexiones dentro de una obra. A través de la luz, las proporciones y las visuales, el arquitecto compone una experiencia que guía la percepción del usuario. El recorrido por un edificio no es solo un desplazamiento físico, sino también una secuencia de sensaciones marcadas por la manera en que el espacio se abre, se cierra o se transforma. Este sistema establece la lógica interna del proyecto y determina cómo los elementos constructivos se ordenan para sostener esa narrativa espacial.


El sistema material, por su parte, convierte esa estructura invisible en una realidad tangible. Los materiales no solo cumplen una función técnica, sino que también definen la atmósfera del espacio. El hormigón, la madera, el acero o el vidrio comunican sensaciones distintas y marcan la identidad del edificio. En ese sentido, el material es el medio por el cual el sistema espacial se vuelve perceptible. La textura de una pared, la forma en que la luz se refleja sobre una superficie o el sonido que produce el piso al caminar son manifestaciones físicas de cómo ambos sistemas se complementan y dialogan entre sí.


El sistema espacial y el sistema material no pueden entenderse como entidades separadas. La arquitectura ocurre precisamente en el punto donde se cruzan: donde el material da forma al espacio y el espacio organiza la materia. Cuando ambos sistemas están en equilibrio, la obra adquiere coherencia, funcionalidad y belleza. Esa integración es la que permite que la arquitectura trascienda lo técnico y se convierta en una experiencia sensorial completa, capaz de conectar al ser humano con el entorno a través de la forma, la materia y la emoción.


 
 
 

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